Un legado de generosidad y compromiso social

Ramón López Rumayor

Foto: Ramón Lopez Rumayor al volante con su hermano Mariano Lopez Rumayor y sus sobrinos Manuel Araluce Lopez y Jose Luis Lopez Larrañeta. Año 1929.
Foto: Ramón Lopez Rumayor al volante con su hermano Mariano Lopez Rumayor y sus sobrinos Manuel Araluce Lopez y Jose Luis Lopez Larrañeta. Año 1929.

Ramón López Rumayor (1880–1966) fue una figura singular en la historia de Madrid del siglo XX. Empresario versátil, farmacéutico de formación, mecenas cultural y firme defensor de la educación pública, dejó un legado profundamente marcado por el compromiso social, la generosidad y el cuidado a los demás.

Fundó el Hotel Bristol en la Gran Vía madrileña, promovió la construcción de centros escolares desde su labor como concejal del Ayuntamiento de Madrid, y destinó la mayor parte de su patrimonio a la creación de la Fundación López Rumayor, orientada al bienestar de las personas mayores. Hoy, su vida y sus valores perviven en la labor que desarrolla la Residencia  López Rumayor.

* Foto: Ramón Lopez Rumayor al volante con su hermano Mariano Lopez Rumayor y sus sobrinos Manuel Araluce Lopez y Jose Luis Lopez Larrañeta. Año 1929.
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Infancia, estudios y vocación cívica

Nacido en Madrid en 1880, Don Ramón fue el menor de seis hermanos. Su padre, Don Pedro López Lombera, era un conocido comerciante madrileño que combinaba la venta de máquinas de coser, muebles y productos farmacéuticos. Su hijo heredaría no solo el negocio familiar, sino también un espíritu emprendedor y una profunda conciencia social.

Cursó el bachillerato en el Instituto del Cardenal Cisneros y la carrera de Farmacia en la Universidad Central. Allí forjó amistades con figuras como José Giral Pereira y Obdulio Fernández Rodríguez, con quienes más adelante compartiría afinidades políticas y vocación por el servicio público.

También realizó estudios de Derecho y mantuvo una fuerte vinculación con el mundo intelectual madrileño, siendo socio del Ateneo Científico y Literario.

Empresario con visión y sensibilidad

Tras la muerte de su padre en 1900, asumió la gestión de Casa Lombera, una tienda de muebles de estilo inglés situada en la calle Alcalá, que más tarde trasladó a la calle Montera. Desde ahí desarrolló un estilo propio, que destacaba por su elegancia y originalidad, llegando incluso a encargarse de la decoración del Teatro de la Comedia en su reinauguración de 1915.

En paralelo, impulsó un laboratorio químico de análisis junto a varios profesores universitarios y dirigió un taller de ebanistería en el Paseo de las Delicias. Su actividad empresarial culminó con la construcción del Hotel Bristol en 1927, un edificio moderno y emblemático en plena Gran Vía, que funcionó como hotel hasta 1978.

* Foto: Ramón Lopez Rumayor con su sobrino Manuel Araluce Lopez Años 20.
Foto: Ramón Lopez Rumayor con su sobrino Manuel Araluce Lopez Años 20.
Foto: Ramón Lopez Rumayor y amigos en la Isla de Cortegada Año 1931.
Foto: Ramón Lopez Rumayor al volante con su hermano Mariano Lopez Rumayor y sus sobrinos Manuel Araluce Lopez y Jose Luis Lopez Larrañeta. Año 1929.

Educación y filantropía

En 1930 fue nombrado concejal del Ayuntamiento de Madrid, desde donde volcó sus esfuerzos en el ámbito educativo y cultural. Sin militar en ningún partido, integró múltiples juntas relacionadas con la enseñanza y apoyó activamente instituciones dedicadas a la infancia, la protección escolar o las bibliotecas para ciegos.

En esos años, Don Ramón financió la construcción de varios centros escolares en el centro de Madrid. El más destacado fue el Grupo Escolar “López Rumayor” - hoy CEIP Palacio Valdés en el Paseo del Prado - inaugurado en 1936 con presencia del Presidente de la República y capacidad para 900 niños.

Su concepción de la educación como motor de transformación social marcó todas sus acciones: donaciones a bibliotecas, becas, apoyo a maestros y alumnado. Para él, una sociedad justa solo era posible si garantizaba oportunidades de aprendizaje.

* Foto: Ramón Lopez Rumayor y amigos en la Isla de Cortegada Año 1931.

Guerra, exilio y retorno

Durante la Guerra Civil fue nombrado Director General de Educación Primaria por José Giral, entonces presidente del Gobierno. En ese periodo su hotel fue incautado, y él se exilió a Valencia, Francia e Inglaterra, donde ejerció como profesor. Tras la contienda regresó a España, siendo juzgado y sancionado por el régimen franquista. Tras pagar una multa, recuperó sus bienes, se retiró de la vida pública y centró sus esfuerzos en la gestión de su patrimonio.

Testamento y nacimiento de la Fundación

Don Ramón falleció en 1966. En su testamento, instituyó como heredera universal a la Fundación López Rumayor, con el fin de atender a personas mayores de forma digna, integral y humana. Donó también importantes sumas al Ayuntamiento de Madrid, a decenas de entidades sociales y religiosas, y garantizó ayudas a los trabajadores que le habían acompañado durante su vida.

Desde su creación en 1969, la Fundación ha mantenido viva su voluntad de servicio. La Residencia López Rumayor es la expresión tangible de ese compromiso.

Legado

Don Ramón vivió en Madrid, trabajó en y por Madrid, y creyó profundamente en el poder transformador de la educación, la cultura y el cuidado. Durante décadas, tanto él como su Fundación han permanecido en un discreto segundo plano, a pesar de su impacto.

Hoy, con la mirada puesta en el futuro y el corazón fiel a sus valores, es el momento de reivindicar su figura y su legado. Porque la vida de Don Ramón López Rumayor no solo cambió su tiempo: sigue inspirando el nuestro.

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